domingo, 13 de noviembre de 2011

cornisas

Tengo vocación de acantilado. De incertidumbre. De finales inconclusos. De certezas refutables y provisorias. De titubeos a mediodía y constantes fluctuaciones. Tengo sueños indefinibles, sueños anárquicos y otros más conocidos, de esos que vuelven. Y sí, tengo vocación para lo incierto. Para todo eso que no puede encerrarse entre palabras ni paredes: el color, el silencio. El amor, claro.