lunes, 26 de diciembre de 2011

días llanos

Hay días gastados, días con los codos rotos, todo un montón de horas perdidas a cuenta del futuro. O a cuenta de otros días, otros más útiles. Días escasos de matices. Días corrientes vividos sin urgencia ni pena. Son los días parte, pieza, segmento de un todo invisible pero cerrado. Días de relleno, en que nos volvemos indulgentes con nosotros mismos y con todos los otros también.
Pero a no confundirse que no por eso son desechables. Son más bien esos momentos en que dejamos de estar apurados, que nos damos por perdidos un rato y en ese vagabundear honorable descubrimos algunas cosas. Restamos importancias. Vamos campantes. Somos seres cotidianos. Tenemos los ojos conformes y sonrientes. Perdemos el tiempo con gusto y a sabiendas, cómplices con nosotros mismos. Tiramos el día a la basura y entonces todo cambia. De repente hacemos las cosas a propósito y atendemos nuestras necesidades a rajatabla. Las cosas que nos rodean nos hablan de otro modo, compinches. Ellas también nos admiten como parte de sus mundos. Y por un instante todo lo común, lo corriente nos ofrece permanencia, quietud, verdad.
Se va haciendo de noche y por primera vez en mucho tiempo, no importa. Es solo una noche más, una noche parte, vestigio, una noche fragmento.