domingo, 27 de marzo de 2011

de paseo

Ella le dice de salir a dar una vuelta. El contesta algo resagado. Ella le tira un Dale! con sonrisa cómplice. El le alcanza su dedo por donde ella sube corriendo, trepando con esfuerzo por todo el brazo, sorteando los pliegues y huecos de la camisa arremangada del gigante hasta llegar a su hombro donde se agarra con fuerza pero confiada. El se agacha un poco y traspasa la puerta. No eligen rumbo. Van charlando y el camino se vuelve solo una excusa. Allá arriba ella siente como el viento le mueve algunos pelitos. El da pasos de gigante, de qué sino, dejando huellas profundas, llenas de humildad. Ella le señala algo en el camino. El la deja bajar apoyando una mano en el piso. Allí abajo ella se carga una hojita diminuta en el lomo y empieza a caminar un poco zigzagueando. El levanta el resto de las hojas en un solo dedo y así van los dos, a paso de hormiga arrastrando sueños gigantes.

jueves, 17 de marzo de 2011

de hormigas y gigantes

Se sacude bien las patas en el felpudo antes de entrar a la casa, una a una, todas las patas. Un poco encorvado y frotando el pelo despeinado contra el techo, el gigante saca la pavita del fuego, usando sus dedotes toscos y ásperos. Se da vuelta cuando escucha la puerta de entrada cerrarse y se le escapa una sonrisa incontenible que le estalla por los ojos al verla ahí, esa figurita esbelta y negra que da saltitos y brilla por el sol que entra por una ventana y se pierde en alguna esquina de la casa. La invita a sentarse a su mesa. Comentan un poco las noticias de la semana, mientras ella le acerca una tostada preparada con manteca y dulce. El agradece con ojos de infinito. A lo lejos se escucha a los leñadores que van abriéndose paso por el bosque. Cada vez están más cerca. Ella mira para afuera y se achica de hombros dejando ir un suspiro desconsolado. El menea la cabeza y en eso se lleva puesta la lámpara que colgaba del techo. Ella entonces se rie como loca tirándose para atrás en la silla y agitando las patas. El gigante escupe el té que estaba apunto de tragar y lanza una risotada que sacude toda la casa. Ella agarrándose la panza de la risa sobre una silla que no deja de moverse, se da cuenta que el mundo puede caber, todo entero, entre esas paredes.

miércoles, 16 de marzo de 2011

sobre las palabras

-Hay que cuidar las palabras.- dijo el poeta, cómplice del silencio.
-Hay palabras sin sombra, palabras de polvo y palabras suicidas con alas de grito.
El poeta me regaló un ramo de palabras frescas, las de un poema milagroso, que en su soledad reía abundantemente. Y también llovía estrepitoso. Las palabras entonces echaron raíces y crecieron sacudidas por la pasión de lo breve. Salí a buscar al poeta pero no pude encontrarlo. Algunos dicen que mucho tiempo después alguien lo vió, acurrucado en alguna esquina, tiritando de inédito.


...después de leer a R. Pérez Estrada

el lago... sucio de luna

martes, 15 de marzo de 2011

sobre la soledad más sola

La soledad no es más que la distancia respecto de uno mismo. A veces cuando la distancia se hace grande la llenamos de gente, de ruido, de mucho ruido. O nos clavamos frente a ese monitor que nos nubla el alma. Y entonces estamos más solos que nunca. Somos lo que más cerca tenemos. No hay nada más cerca. Igual tomamos otros ingredientes, algunos que inventamos, otros que nos mandan de afuera y nos mandamos un menjunje extraordinario. Creamos imágenes de nosotros mismos y del mundo también. Imágenes gigantescas. Las defendemos armados hasta los dientes. Y nos sentimos heridos sin razón, pero heridos hasta el alma cuando alguien nos tira por la cabeza otro retrato distinto, muy distinto al de nuestra autoría. Ni hablemos acerca de la indignación que nos causan esas pocas, muy pocas personas que tienen el tupé de venir a levantarnos la careta y espiar un poco lo que hay debajo. Nos aterra el silencio, nos agobia y la cabeza viene a auxiliarnos con mil ideas insensatas. La conciencia es impensable. Es una realidad ajena, en la que nunca tenemos la valentía de poner un pie adentro.
La soledad es una imposibilidad, pero se vive como la realidad más patente. Nos olvidamos que vamos con nosotros mismos a todos lados, indefectiblemente. Y tampoco hay vacío. No mientras yo esté acá, vivita y coleando, como claro exponente de la vida.