domingo, 16 de junio de 2013

las cosas que me gustan de la vida

Me gusta esa intranquilidad que te gana cuando se te acaban las palabras, las explicaciones, y tenés los pulmones hinchados de asombro. Y tratás de colar algún hilito de aire, pero casi no te cabe. Algo de eso me pasa cuando leo a gente que me gusta mucho. Esta semana tuve un mano a mano con una crónica porteña extrañísima de Casciari y de fondo resonaba la indiferencia del extranjero, el extranjero del mundo, el de Camus, cuál si no.
Empiezo a leerlos así nomás y enseguida el vértigo, ese desenfreno al leer, atropellada, deglutiendo, mezquina! Frenando un instante con el pie para maldecirlos un rato por su brillantez y de vuelta al pedaleo frenético, enajenada de letra en letra. Se me borran los capítulos y los puntos y aparte.Y todo lo de afuera, lo de siempre, la vida tal como la conocemos, diaria y repetida, se pierde de vista, se vuelve el revés de lo que leo, casi una historia más, una que leí hace tiempo.



miércoles, 5 de junio de 2013

Voy corriendo

De vagón en vagón, en un tren que se mueve rapidísimo, casi imperceptible. Solo se siente a fuerza de achinar mucho los ojos, acompañando con ceja inquisidora. La luz es reflejo, de otra luz que no veo. La mayor parte del tiempo corro, de vagón en vagón, a contra mano, con buena flexión de patas, en pose verdaderamente atleta. Pero no sé que pasa que hay días en que me golpeo un poco contra los bordes, reboto un poco por todos lados, pega fuerte mi espalda contra el techo. Trato de agarrarme de algún lado, pero de dónde. Me voy machucando un poco en cada ahij! No sé muy bien de dónde sale eso de buscar alguna manija, algún picaporte imposible que nos saque de acá. Y mis manos empiezan a buscar en la penumbra, un tanteo medio enloquecido que va confundiendo a mis pies, ellos que siempre van persiguiendo el movimiento de mis brazos. A veces es solo un instante, ese en que se me hace todo un moño y plaf...
Entonces me parece que el tren frena un poquito, nunca del todo, pero cansado de sentirme rodar de una punta a la otra, como dando un changüi. Yo tambaleo, parada sobre un mareo y medio, y mis patas van de nuevo una tratando de alcanzar a la otra, con sus visagras enseguida trabajando al mango. Acá no pasó nada. De qué tren me hablabas?

domingo, 2 de junio de 2013

Volví

Anduve lejos, estaba tratando de escuchar pero no oí más que un murmullo raro. Traté de acomodarme y me quedé callada, cerrada, sin nada que decir. Lejos. De mí. Quería vivir acorde a lo que hay que hacer y ser. Pero claramente no entendía nada y me puse toda triste. La puta, qué triste.

Hoy no siento tan importante mi voz. Quisiera ser canal, por donde un montón de voces pudieran rodar, todas juntas. Hay tanto para dar. Cada uno desde lo suyo. Cuándo nos vamos a dar cuenta que hay que unir las voces y ver qué música nueva sale...