viernes, 15 de noviembre de 2013

Nimiedades

La importancia de uno mismo. Esto es algo que llevamos apoyado sobre los hombros mientras andamos todo el día y, de noche, cuidando que nadie se de mucho cuenta, la apoyamos sobre la mesa de luz. Pero la vigilamos con el ojo entreabierto, no sea cosa que nos levantemos a la mañana y nos demos cuenta de que en realidad somos tan intrascendentes como el resto.
Dónde reside esa necesidad tan pobre de ir por la vida con la importancia abultándote los bolsillos? A mí me tiene un poco harta esto de apersonarme a donde sea con la importancia a caballito. Y cuando me la sacudo me sigue de cerca, y justo cuando me estoy dando un pansazo de idiotez en la cocina, zácate, me distraje un segundo y ya la tengo de nuevo toda enredada en el pelo. Qué pesada!

Para pior, no para de pedirme cosas. Come unas veinte veces por día. Y sus preferidas son las frases con corbata, las que parecen de una magnitud infernal, pero no son más que un montón de términos técnicos y grises como capitalizar, estrategia, posicionamiento, ventaja competitiva, para que el resto pueda ver que uno se ajusta a los cánones de la importancia profesional. También se le hincha la barriga cuando se atraganta con otros términos de índole intelectualoide como crítica, revolución, surreal, argumento, equívoco.


La suspicacia la tiene relojeando para todos lados, mosca huidiza y recelosa. También se le infla mucho el pecho ese de gallo redondete cuando se trenza en un mano a mano con las importancias de los otros. Otros con los bolsillos también cargadísimos, desde donde disparan frases vergonzosas como "vos a mí no me hacés eso", "¿quién te crees que sos para hablarme así?" O la peor de todas y ya con todas las plumas erguidas de ofensa y desesperanza "¿acaso yo no importo?" "Y no, claro, yo no importo, ¿no?" Y no. O al menos no más que nadie así que qué sentido tiene seguir perdiendo tanto tiempo en convencernos de lo contrario. 

Pareciera como si a veces nos olvidáramos de que somos todos simple y llanamente personas. Pero la parte más triste es que semejante cosa no nos alcanza. Y a veces nos preguntamos si no tendríamos que ser como ese tipo. ¿Qué tipo? Ese tipo importante.