que levanten persianas, las de tu alma y alguna otra que ande cáida poráhi
que barran pedazos de enojos muertos,
que transformen caras y gestos rotos en guisos invernales, repletos de zapallo dulce, flotando en un burbujeo que hace ruido a domingo
decisiones que nos despierten despacito, y nos inviten a jugar, como locos y a los saltos
que nos permitan escuchar eso que la noche murmura
que nos sacudan la indiferencia
que nos dispongan a amar
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