viernes, 4 de abril de 2014

No sé

Ando con ganas de cambiar el mundo. Voy empujada por estos aires presuntuosos y hasta inocentes. Cambiar el mundo, eso. Porque cuando hacés una diferencia a pequeña escala eso viene a mover el resto de la cosa, todo se reacomoda de alguna manera, el mundo entero.
De fondo suena Glen Hansard que siempre me emociona y me envalentona un poco también. La manera en que sacude esa guitarra hasta agujerearla y rompe su voz en gritos hace temblar el cascarón. 
Y volviendo a esto de cambiar el mundo se me ocurrió una idea bastante rara pero que encierra la certeza de un hachazo al medio. Me dieron ganas de ser espejo donde el otro pueda ver su propia belleza, donde pueda reconocer su propio poder, donde insinuar sus preocupaciones y sentirse a salvo de juicios y sospechas. 
Para eso hace falta desaprender bastante. Estoy volviendo a decir "no sé". Ese "no sé" dispone al otro de manera muy distinta. Ya no busca en vos respuestas, ya no espera de vos y se acomoda al lado tuyo, a vivir las preguntas. Porque eso es lo que hacen los chicos, no intentan resolver, si no estar. 
Con el tiempo se nos enseña a no dejar nada por la mitad. Se nos inculca la gran importancia de terminar. Terminar, redondear, acabar, cumplir. Y eso nos oxida, nos vuelve toscos y llenos de respuestas, esas mismas que interponemos entre nosotros mientras se nos pierden de vista las preguntas que acercan. 
Cambiar el mundo, en eso estaba pensando cuando me dí cuenta de que no sé como hacerlo. Y entonces me dí cuenta de que quizás es posible.


  

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