viernes, 25 de febrero de 2011

sobre el hábito más necesario

Nos rendimos ante roles, autoridades y voces. Nos perdemos de vista adentro de uniformes de lo más variados, del mameluco hasta el más vistoso. Vestimos palabras y pensamientos ajenos y cuadrados, secos. No tenemos la menor idea de quienes somos la mayor parte del tiempo. Lo que somos se ajusta a normas absurdamente auto-impuestas y así vamos, con zapatos que nos apretujan la espontaneidad y la corbata ahorcándonos los sueños. Quizás nos vendría bien revolear este atuendo imposible un rato y estar un poco más desnudos (aunque sea en nuestra casa evitando escandalizar a los vecinos o terminar presos) Gozar por un ratito de tener plena autoridad sobre nosotros mismos y atenernos únicamente a lo que se nos da la gana. Hacer de la autenticidad un hábito obligado. Ser uno mismo y del todo. Sentarme de vez en cuando a escuchar lo que yo mismo tengo para decirme. Basta de vanidad y de afectación. De risas estrepitosas y plásticas. De mandatos inquebrantables. De amores a media maquina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario