domingo, 25 de julio de 2010

siete

Es de día aún pero la noche comienza a apagarse en todo el pueblo. En la oscuridad de mi cuarto, donde escucho los gritos de los mexicanos que tengo por vecinos, espero a que la lluvia pare. Bajo como puedo hasta la recepción. Al parecer estos apagones son de lo más comunes. Las calles están oscuras de punta a punta. Y en ellas bajan ríos de agua turbia y taxis apurados. El hotel de al lado es el único iluminado y el ruido del enorme generador que lo mantiene despierto se escucha desde la puerta de mi hotel, donde el mozo de la mañana y yo vemos a una rata perderse por un agujero en la vereda. Cruzo la reja y salgo a la oscuridad de Vallarta, ahora algo más fresca y siempre cálida. Ya no llueve, al menos no de arriba.

1 comentario:

  1. Que lindo saber que tenía razón! Qué linda te quedan las palabras. Seguí vistiendo este sitio que está lindo. Saludos desde el lado de acá...

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