miércoles, 2 de junio de 2010

río de piedra

Camino en una casa de silencios,
de naufragios
de palabras inconclusas.
Me aferro a sonidos
a manos secas.
Me alimento de desiertos
o me escondo,
cerrando los ojos,
del resto del mundo.

Qué es lo que voy a hacer,
voy a correr por la noche.
Mirando de cuando en cuando a las ramas
recortándose en un cielo
vacío de estrellas,
perdiéndome en el bosque de esos árboles
que de no abrazarse se sueñan
que se inventan
a través del claro.

En la arena clarea la luna.
luz seca y lúgubre,
opaca,
sedienta.
Veo ojos que encierran la vida entera
y también
también encierran toda la playa.
Algunos me dijeron que son solo granos de arena
pero yo los vi brillar miles de veces…

Del otro lado de la mañana
me espera la noche,
y esas sombras que duermen en los ojos,
que vigilan desde los pliegues de los párpados.
Sombras imborrables,
sombras como piedras
que duermen en el pecho.
Eso es,
el pecho vuelto un río de piedra.

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